SOLO

Me levanté una mañana y me di cuenta de que estaba solo en la cama. Busqué por toda la casa pero allí no había nadie. Más tarde salí a la calle y tampoco vi movimiento. No había coches, no había gente, ni siquiera un insignificante gorrión. Entonces corrí y corrí hasta salir de la ciudad y llegué a los bosques. Pero allí también estaba solo. La gente se había ido, los animales se habían ido. Las únicas formas de vida que estábamos allí eran aquellos impresionantes árboles y yo. Definitivamente estaba solo.
Durante meses me alimenté de bayas y raíces y cuando tenía suerte de frutos silvestres. La soledad era espesa, oscura y provista de una inteligencia cruel y mezquina. No había forma de no estar solo pues así había sido decidido por una fuerza incomprensible para mi. A veces me odiaba, a veces me quería, a veces no era capaz de soportarme, a veces…
Ayer traté de reír, no recordaba como sonaba la risa. Y cuando escuché aquello que salió de mi garganta tomé la decisión. Subí a la montaña y salté desde el precipicio más alto. Mientras caía vi unos ojos verdes que me decían adiós.