Mi sangre

En su lecho de muerte mi padre me advirtió de la inusual inclinación hacía la estupidez de los de nuestra sangre. De hecho, el mismo murió como un completo idiota; tratando de asar unas salchichas con un soplete al lado de una tubería de gas en la fabrica donde trabajaba. Yo solo tenía nueve años así que ver a mi padre postrado en aquella vieja cama de un hospital publico lleno de espantosas quemaduras diciéndome que estaba condenado a ser un necio, me marcó de por vida. Años después mi hermano mayor murió en una cacería en Extremadura organizada por sus amigos, todos sin ninguna experiencia previa . Su camuflaje era tan bueno que en cuanto se le cruzó un cochino recibió al menos doce impactos de escopeta de prácticamente todos sus amigos que se habían apiñado juntos en una loma por que se aburrían en sus puestos. Nadie lo vio hasta que lo vieron muerto. En el funeral de mi hermano recordé que mi abuelo había muerto también en circunstancias extrañas. Concretamente se había precipitado al vacío al asomarse demasiado por la ventana tratando de ver como Mariano (el vecino del sexto) le robaba gasolina de su furgoneta. Cosa nunca demostrada.
Así es que yo vivo obsesionado con la muerte que me espera que a buen seguro será ridícula. Lo más curioso es que por casualidades de la vida me casé con una herpetóloga que tiene varias serpientes en casa.
¿Se puede escapar al destino?

2 Responses to "Mi sangre"

Mar dijo... 1:14 p. m.

Hasta al hablar de algo tan serio como es el fin de la vida, sacas de quien lo lee una leve sonrisa.
¿Escapar del destino? No sé, supongo que primero habría que creer en el destino.
Yo creo que este chico lo tiene muy mal, francamente mal...

Juan dijo... 1:30 p. m.

Yo tambien lo creo chiqueta...

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