Grandes mitos del local Parte I

Hay acontecidos de la vida localiense que jamás han existido o que no existen pruebas que los corroboren. Son hechos en su mayoría forjados en la mentira y en el escarnio y utilizados como arma arrojadiza en discusiones banales. Pero lo cierto es que aún sabiendo que la mayoría son falsos es posible que alguno sea verídico…¿Pero cual?

Aquí recopilo algunas anécdotas que han podido surgir de la mentira o de la exageración o tal vez no.

1.- Matías y Chicharro Buuuuuuuuuuuuuu!!
Cuenta la leyenda que una vez mientras Matías le hacía cosquillas a Chicharro a este se le escapó un sonoro pedo. Nunca nadie se cuestionó por que cojones Matías le hacía cosquillas a Chicharro que para mí es lo más bizarro. Lo del cuesco casi pasa inadvertido. ¿Verdadero o falso?

2.- Gonzalo y mi bici a las ocho de la mañana
Hace unos seis o siete años todos vivíamos en Majadahonda en casa de nuestros padres. Todos menos el Goldo que vivía en Las Rozas y esto era un fastidio para él ya que vivía a unos cuatro o cinco kilómetros del resto. Los inicios y finales de noche siempre eran en Majadahonda y si nadie llevaba a Gonzalo en coche a su casa pues se quedaba tirado y o bien dormía en el local o bien se iba andando. Tardaba más o menos una hora en llegar a su casa a pata. El caso es que un día llegamos a las ocho u ocho y media de la mañana de las fiestas de Majadahonda y Gonzalo no encontró chofer. Lo vi jodido y le comenté que le dejaba mi bici para que fuera a su casa. Y eso hice. Gonzalito vestido con pantalones de pinza, camisa y zapatos (De aquella se creía pijo) monto en mi MBK de 21 marchas y se largó a Las Rozas. Hasta aquí todo verídico y demostrable. La leyenda dice que Gonzalito un hombre de 25 años hecho y derecho montó hasta su casa. Al parecer su madre y una amiga estaban desayunando en la terraza. La madre de Gonzalo le señaló extrañada a su amiga que el que bajaba la cuesta a toda velocidad en la bicicleta vestido de fiesta era su hijo. Gonzalo que ni por asomo imaginó que su madre estaría en la terraza y que todo el mundo dormiría, aprovechó la intimidad matutina para mandarse unos caballitos, unos derrapes y algún flipe más antes de aparcar la bici. Cuentan que la miga de la madre del Goldo preguntó; ¿Y cuantos años dices que tiene tu hijo? ¿Verdadero o falso?

3.- El Moro y yo de fiesta
Fue hace unos tres meses. El Moraco, Martines y yo después de tomar un argo por Malasaña decidimos acercarnos al Le Garage Parking Club. Un garito súper mega fashion underground que solo abre los jueves y que pinchan una música molona y bien oscurota. El caso es que estábamos el Moro y yo en un sofá fumando flor de mota cuando dos intrépidas jovencitas ( que estaban buenas) comenzaron a iniciar el juego de la seducción. Miraditas y tal. El Moraco y yo que somos unos pagafantas nos hicimos los suecos inmediatamente. Pero una de las muchachas que no se quiso dar por vencida nos miró, estiró las brazos y con las palmas hacía arriba movió juguetonamente sus dedos en clarísimo gesto de “salid a bailar” a lo que el Moraco respondió levantando su mano derecha y pasándose los dedos índice y corazón por los ojos y mejillas; claro gesto de “estamos a dos velas”. Las muchachas muy ofendidas abandonaron la pista de baile. ¿Verdadero o falso?

3 Responses to "Grandes mitos del local Parte I"

kele dijo... 7:49 p. m.

pero lo del le garage no fue tipo
"baila tu que yo te miro desde aqui"

por cierto esta frase es mágica:

aprovechó la intimidad matutina para mandarse unos caballitos, unos derrapes y algún flipe más

Juan dijo... 8:26 a. m.

You know...

alvarito dijo... 5:50 p. m.

el primero falso, Matias no le hacía consquillas al chicharro, en todo caso una mamada. El segundo también falso, porque a los veinticinco tu no tenías ya la bici, en todo caso fua antes, en la época de la puz condor (de malos recuerdos para el Goldo por hacer cabriolas con la moto). El tercero es falso, porque al igual que os paso en Finlandia tu le dijiste al Moro: Venga sal a bailar! y el te dijo: no es que ahora estoy con la miraditas, a mi me molan las viejunas.

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