Esa gran duda


Ese ósculo tal vez postrero, albo argénteo y divino me dejó el alma presta a la desesperación. ¿Cómo saber si es correspondido este secreto anhelo si mis labios se tornan roca cuando esta vestal prende el sagrado fuego de mi altar? ¿Y como saber si lo prende en la inconsciente esencia de su genero o busca desde su alma cristalina el fuego de mi pecho?
Aún en la duda siento sus labios llenos de un candor sereno que bien podría ser pasión contenida; aunque tal vez mis esperanzas se abriguen en ilusiones ficticias; pues es común entre los españoles saludar a las damas besando sus mejillas o ellas besando las nuestras. Encomendaré a los hados la revelación de este misterio y también el modo en que a mi venga la verdad. Cuadro de Caspar David Friedrich (1774-1840)

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