Helado de chocolate


Poco antes de comer recibo una llamada con el sonido familiar de R2D2, un amigo, pues, y grande es mi sorpresa al ver al amigo Zafra en mi pantalla del móvil, supuesto en Riga haciendo lo que sea que hace cuando viaja al extranjero. Efectivamente está en Riga, y un día después de marcharse, resulta que en el portal de su edificio chorrea agua justo debajo de su casa, y grande es su miedo tras haberse marchado dejando una tímida mancha de agua en la pared de su casa, y que no creyó que fuese a más. Así que me halaga el ser el responsable de ir a ver si todo está en orden y franquear la puerta a la señorita presidenta o quien tenga que echar un ojo antes de que el castillo se venga abajo. Las llaves están en posesión de los simpáticos argentinos que nos regaron a cervezonas el viernes por la noche, y que a mí me duraron hasta el domingo por la mañana.
Bueno, sin más problemas que algunos pocos con llamadas por aquí y por allá, acabo en casa de Manuel con la presidenta (una jovencita algo inexperta en estas lides y que no conoce de nada a Manuel) en la puerta, que por algún motivo se niega a pasar más allá del umbral (quizás sepa que si entras en casa de un vampiro cuando te invita, te seduce y te muerde, cuando es al revés, como explican en jóvenes ocultos).
Y mientras observo que la alarma es falsa, por lo menos dentro de casa de Manuel, donde tan sólo sigue habiendo mancha en la pared, pero que ha crecido al doble de su tamaño, aunque el portal ande fino, pues me llama Manuel para que aproveche y cierre el gas, que se dejó abierto, y la luz, que se dejó sin quitar el automático.
Al preguntarle si podría haber algo en el congelador (muerto), me dice que coja lo que haya y me lo lleve o lo tire. Ofrezco lo que hay a la presidenta, pero no lo quiere, y me deshago de todo (comidas congeladas varias, incluyendo tarta al whisky) excepto de unas cebollas y un helado de chocolate, que decido levarme al trabajo para tomar de merienda con los colegas. El portero se enfada por tirar las cosas a la basura en horas que no son de tirar la basura. No le hago caso.
Ya en la oficina, propongo zamparnos el helado de chocolate, y todos están de acuerdo. No tenemos cucharillas, así que bajamos al bar del patio central del parque de oficinas donde la simpática camarera nos da varias cucharas creyendo que es mi cumple. Invitamos a cuantos nos cruzamos, aunque al final no somos más que cuatro y dos compañeras que dudan.
Es en ese momento cuando, intentando que no duden las mozas, abrimos la gran tarrina de helado de chocolate con cookies, y tan grande es nuestra carade asombro como reales las lágrimas de risa posteriores cuando se descubre tras la tapa que se abre como una puerta a un desván lleno de tesoros un suculento plato de albóndigas congeladas para dos.

4 Responses to "Helado de chocolate"

Juan dijo... 6:24 p. m.

No las tires!!!!!!!!!! son las que hace la madre del Zafra que están de puta madreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee

Por cierto el Zafra que capo cabrón...

abuelez dijo... 7:22 p. m.

Y luego que hicisteis????...porque unas albondigas caseras NUNCA deben ser maltratadas!!!!...Juanillo pa cuando un viaje a ver a esas letonas que nos tienen entusiasmados????...o es que dada tu actual situación de convivencia estás atrapado en Castelló????

Juan dijo... 8:54 a. m.

Cuando quieras Berzosaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

alvarito dijo... 6:14 p. m.

Me apunto a lo de Letonia, si estoy en Finlandia mejor, solo tengo que coger el buque y nos vamos de fiesta por Riga

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