La sombra

Por mucho que tratara de evitarlo Gumersindo siempre producía una sombra extraña. No es que fuera una sombra completamente diferente a la que de forma natural debería proyectar pero no era exactamente la que uno esperaría. “En esa sombra hay algo que definitivamente no concuerda. No se decir que es, ni señalar aquello que no encaja. Pero el observador nota cierto sobrecogimiento ante la visión de la misma” dijo una vez un médico que acudió al conocer el caso.
Gumersindo es por tanto un hombre común que vive, sin llegar a ser marginado, como su propia sombra, uno podría pensar que recibe el mismo trato que el resto pero aún sin poder decir en que modo recibe un trato distinto; lo recibe. Así que un día el hombre de sombra extraña se descerrajó un tiro con una escopeta conejera en la plaza del pueblo. No se sabe si se mató harto de su sombra, harto de ser tratado de manera diferente o bien su destino estaba escrito por estar maldito. El caso es que según cuentan los que lo vieron, cuando fueron a retirar el cuerpo de Gumersindo que se encontraba en el suelo de cúbito prono; su sombra estaba en pie.

2 Responses to "La sombra"

Anónimo dijo... 2:58 p. m.

Leo a veces tus micro-relatos y la verdad es que me gustan. Sólo te quería apuntar una cosa: faltan acentos! je je

Juan dijo... 4:05 p. m.

Es cierto desde que mi editor Tinez me ha abandonado...ya nadie me corrige los textos! ¿Quien eres?

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