Tremenda Pregunta

Hoy voy a escribir sobre preguntas que me han hecho o he escuchado y que me parecen francamente espeluznantes. No solo por la rigidez mental que requiere el planteamiento de las mismas si no también por el bizarrismo inherente al cerebro que pregunta. Es más creo fervientemente que este fenómeno ha de ser estudiado por las más altas instituciones psiquiatricas para desvelar si se pretende satisfacer la curiosidad o son un mecanismo inconsciente que sirve para algún misterioso y extraño fin. Ahí va el primer extracto de una conversación que sufrí hace ya algunos años. Contexto: Gaspar y yo veíamos un partido de waterpolo cuando Gonzalo López entró en el local.
Gonzalo: ¿Qué veis?
Gaspo: Nada, el partido este.
Gonzalo: ¿Quién Juega?
Gaspo: España
Minutos de silencio
Yo: Joder el negro ese que tocho es.
Gaspo: Mide casi dos metros macho.
Gonzalo: ¿En el agua?
¡Increíble pregunta gonzalina! ¿Qué pensaba Gonzalo que fuera del agua medía uno cincuenta? ¿O pensaba más bien que si era capaz de medir dos metros en el agua fuera de ella alcanzaría los tres o cuatro metros? Hasta hoy nadie lo sabe.
En otra ocasión paseaba yo con Miguel Aznarez y conversábamos sobre el proyecto que tiene pendiente para finalizar sus estudios el cual le obliga a pasar grandes periodos de tiempo encerrado en casa. Miguel buscaba un adjetivo que le describiese como hombre en su contexto y me formuló la siguiente perla-pregunta: ¿Cómo se llaman los viejos que se piran por ahí? Estupefacto quedé. Estadísticamente y si examinamos únicamente España lo más probable es que los viejos que se piran por ahí se llamen Juan, José o Manuel. Pero pensé que seguramente Miguel no quería saber los nombres de estas personas y lo que buscaba era la palabra que describiese a las personas que buscan retiro del mundanal ruido. Así que le respondí: anacoretas. Rápidamente gritó: ermitaño, eso es tío parezco un ermitaño. Así que espero que la real academia de la lengua acepte como nueva acepción de ermitaño: dícese de los viejos que se piran por ahí.
Daniel ubeda me preguntó una vez si decía ecuaz o secuaz. La pregunta no es del todo extraña ya que se suele usar casi siempre el plural: Fulanito y sus secuaces. Lo que hace que se junten las eses de sus y de secuaces.
Pero lo más impresionante de Daniel son las situaciones que se fraguan en su cerebro y que a su parecer son perfectamente susceptibles de suceder en la realidad. Estas situaciones generan preguntas muy chocantes. Hace tiempo un par de guardias civiles subieron al local pistola en mano por una desagradable confusión que finalmente quedó en nada. Y el gran Daniel ante tal infame hecho me formula la siguiente pregunta: ¿Y si de repente mientras suben los picoletos hay alguien detrás de una esquina y salé para pegarles un susto? Bueno le respondí supongo que lo normal es que en las esquinas no haya gente esperando a que pase alguien para darles un susto. Pero evidentemente si a alguien se le ocurre darle un susto a dos guaridias civiles armados se llevaría un tiro, o dos, o tres. Pero la cuestión es que Daniel tenía razón en cesurar tal comportamiento de los picoletos pero desde luego no argumentando que exista la posibilidad de que les aguarde algún bromista detrás de una esquina, vamos digo yo…
Marcos Martinez entró en la casa del libro y preguntó por la guia del vagabundo de Turquia. A fin de cuentas…¿Qué es un trotamundos?.