Los Héroes de Sevilla

El pasado domingo 11 de Febrero cinco valientes madrileños cruzarón la meseta castellana para adentrarse en tierras andaluzas en dirección a la ciudad del Heliópolis. Sus nombres: Fernando, Natalia, Miguel,Jose Ramón y Míguel. Su objetivo: la tan temida prueba del marathón, el reto por antonomasia de los grandes deportistas, el mito del soldado Filípides que recorrió 48 km. desde Maratón hasta Atenas para proclamar la victoria de los griegos sobre los persas, y cuya distancia no fue instaurada hasta el año 1908 cuando la reina de Inglaterra decidió establecerla ante la distancia desde el palacio de Windsor a la meta de la cita olímpica de los Juegos de Londres.

En un viaje marcado por el cangue generalizado y el mar de olivos que puebla las distintas provincias que atravesamos, Sevilla nos recibió como habiamos dejado Madrid, de obras, y con un calor que no hacia sino presagiar el sufrimiento que viviriamos el dia después por las calles de la ciudad. Tras un alcoholicus interruptus por parte de los dos Migueles (fue muy duro no proseguir con las cañas que tan bien nos habian sentado a la hora de la comida), la tarde previa transcurrió en un largo paseo que nos permitió conocer un poco más esta remozada ciudad y contemplar entre otros monumentos la Torre del Oro, Torre por llamarlo de alguna manera, porque sin ánimo de dolo más nos pareció una mazmorra de reducidas dimensiones...

Tras una noche en la que el menda tuvo que soportar en un camitre infame las respiraciones subidas de tono de sus dos acompañantes, Jose Ramon, el bufalo del Pardillo, y Míguel, el Abadia de los Carpatos, amanecimos el domingo dia 11 a las 7 y media de la mañana dispuestos a cumplir la misión que nos habiamos encomendado. Previo paso por las instalaciones sanitarias más veces de las deseadas (el canguelo era cada vez mayor) un taxi nos llevo al estadio de la Cartuja, salida y meta de esta, para algunos, eterna, carrera. Josito, el bufalo, se despidió de los demás nada más salir, y Fernando y los dos Migueles comenzaron su larga procesión por calles sevillanas. Natalia, próxima conyuge del señor di Pastor, prefirió esperar hasta el km. 24 para unirse a esta expedición y asi recorrer los últimos 18 km. (casi nada) con los doloridos chavales.

Todo hay que decirlo, no fue una carrera bonita. El centro de la ciudad esta levantado en su totalidad y el recorrido transcurrio por largas avenidas, con mención especial para la mítica Kansas City y el Paseo de las Delicias, que fue de todo menos placentero. Las gentes sevillanas tampoco hicieron mucho por animar la carrera, no sabemos si afectados por la resaca del derby sevillano del dia anterior o simplemente por el hecho de preferir practicar el noble arte del tapeo mañanero, el caso es que aplausos hubo los justos. La expedición madrileña fue desperdigandose a medida que pasaban los kilometros y cada uno libro su batalla personal de la mejor manera posible pero siempre confiando en el éxito común.




Primero fue Josito quien a las 3h y 54 minutos se plantó en el estadio Olimpico atacado con ampollas king size. Más de tres cuartos de hora tuvo que esperar hasta ver aparecer a la pareja Paxtor-Natalia que acabáron en 4h y 46 minutos. Míguel, el Abadia de los Carpatos, con 4h y 53 minutos y yo, abuelez, con 4h y 56 minutos completamos la gesta plagados de dolores, pero eso sí realmente orgullosos de nuestro mérito y afán de superación. Parece mentira pero en mi humilde opinión son retos de este tipo los que te llenan personalmente, no tanto por el esfuerzo físico sino porque habla mucho del espiritú y la fe (no religiosa) en cada uno mismo...sinceramente creo que si algún dia teneis oportunidad de vivirlo será un placer compartirlo.

El regreso a casa, regado eso si previamente por unas cañitas más en tierras sevillanas y un par de combinados de élite en el propio tren, nos permitió compartir a los 5 Magníficos las vivencias adquiridas y disfrutar de nuevo de nuestra éxito y así llegar al Lunes con los cuerpos más bien desechos pero el corazón y la mente desbordantes de satisfacción.